Helicópteros dispararon durante dos días al monte, adonde huyeron varios hombres.
Sergio Ocampo Arista
Corresponsal
Chilpancingo, Gro., 14 de junio. Unos 500 efectivos del Ejército Mexicano desmantelaron y abandonaron el sábado dos retenes que instalaron el martes pasado en las comunidades Puerto de las Ollas y Las Palancas, en Coyuca de Catalán, en la Sierra Madre del Sur. Según pobladores, los militares causaron destrozos, saquearon viviendas, destruyeron cuatrimotos y robaron dinero y alhajas.
“Llegaron al pueblo antes del mediodía del martes tirando balazos”
, dijeron mujeres a la Misión Civil de Observatorio de Derechos Humanos, formada por representantes del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, abogados de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (Coddehum), el Colectivo contra la Tortura y la Impunidad, el Taller de Desarrollo Comunitario y otras organizaciones sociales.
Los militares se fueron el sábado, casi al mismo tiempo en que la misión civil, integrada por unas 20 personas, llegó a Puerto de las Ollas, ubicado a 11 horas de Zihuatanejo, por caminos de terracería.
Los soldados partieron en 12 vehículos Hummer, una camioneta pick-up artillada y seis camiones con capacidad para 40 efectivos cada uno. Un informante del Ejército Mexicano que estaba en la comunidad Vallecitos de Zaragoza, ubicada en la carretera Zihuatanejo-Ciudad Altamirano, informó por un radio de onda corta sobre la presencia de la comitiva, afirmó personal de la Coddehum.
El gobierno de Guerrero informó este fin de semana que las tropas estuvieron cinco días en Petatlán y Coyuca de Catalán para realizar operaciones contra el narcotráfico, en coordinación con las policías estatales.
Habitantes de Puerto de las Ollas que pidieron anonimato sostuvieron que los soldados interrogaron a niños y mujeres sobre el paradero del comandante Ramiro, dirigente del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI). “Me pidieron que les dijera dónde estaban los encapuchados”
, dijo un niño de nueve años.
“Los guachos (soldados) se metieron a las casas y se llevaron nuestras cosas, dinero y alhajas, y provocaron que nuestros esposos huyeran a los montes, en donde permanecen desde el martes pasado; vinieron tres helicópteros y disparaban con sus metralletas”, comentó una de las vecinas de Puerto de las Ollas.
Cuando la Misión Civil de Observatorio de Derechos Humanos llegó a la comunidad, donde habitan unas 50 personas, mujeres y niños salieron a recibirlos entre aplausos y lágrimas. “Pensamos que esto nunca se iba a acabar. Los soldados le echaron aceite de motor a nuestro maíz. Nos quieren matar de hambre, y lo peor es que nuestros esposos se encuentran en el monte, están sin comer porque temen que se los lleven y los desaparezcan o los maten. Con ellos andan como tres niños”
, señaló una mujer.
Otra dijo a los abogados de la Coddehum que efectivos castrenses le dispararon a su esposo cuando estaba en su milpa. “No sabemos si hay heridos. Las mujeres no podíamos ni ir al baño, porque los soldados nos estaban vigilando”
, sostuvo.
Un poblador aseguró que en el primer día de acciones militares “mi hijo estaba llevando en su cuatrimoto la madera para la casa. Cuando los soldados lo vieron, uno lo aventó al suelo, ponchó las llantas con un cuchillo, le cortó los cables y cuando ya se iban me pusieron el rifle en la cabeza”
.
Otra pobladora dijo: “A varias señoras les pusieron un cuchillo, y nos preguntaban dónde estaban los secuestradores y los asaltantes; yo sólo les decía que a mí me acababan de matar a mi hijo Gerardo, de 19 años, el 22 de mayo en Petatlán, que buscaran a quien lo mató.
“Lo más feo fue cuando llegaron los tres helicópteros. Uno lo estacionaron en la cancha. Dos días se la pasaron tirando balazos para matar a nuestros esposos. Ya estamos cansadas de esto. Desde diciembre nuestros maridos están escondiéndose.”
En el poblado Las Palancas, a dos kilómetros de Puerto de las Ollas, los soldados catearon una vivienda de madera. “Me dispararon cinco balazos. Aquí están los casquillos. Me tuve que ir al monte”
, dijo un hombre.
Los campesinos de la región, dijo, son ajenos a la guerrilla y a la delincuencia organizada, “queremos trabajar en un proyecto para la producción de aguacate, pero con tanta violencia no sabemos si prosperará. A cada rato vienen a agredirnos los soldados y gente de civil”
.
Fuente principal: http://www.jornada.unam.mx/2009/06/15/index.php?section=estados&article=037n1est
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